Vive las Fallas de Valencia en el Galileo Galilei
No nos cabe duda de que, quienes lleváis algún curso residiendo en el Colegio Mayor Galileo Galilei de Valencia, conocéis las Fallas de Valencia y habéis disfrutado de ellas al menos en una ocasión. Y quienes os estrenáis con nosotros este año, tenéis la gran oportunidad de vivir en primera persona las Fallas 2018.
Para quienes ya las conocéis, para quienes vais a verlas por primera vez… Este artículo trata de ahondar –ligeramente, eso sí- en la historia, el sentido y la cultura fallera, en lo que hay debajo de la fachada, tras los monumentos de increíble proeza técnica y artística, tras los actos tradicionales… tras el amor del pueblo valenciano al fuego, la música, el color y la pólvora.
Esta es, sin duda, una de las preguntas más comunes referidas a las Fallas de Valencia. “¿Y por qué se queman las Fallas?”
De hecho, los monumentos falleros están pensados para ser quemados, y este es uno de los conceptos que los artistas falleros tienen más en cuenta desde que empiezan a plantear, cada año, el boceto de la falla que acabarán “plantando” en la calle el 15 de marzo.
La palabra valenciana falla deriva del latín facula, que significa “antorcha”. El vocablo pasó del idioma valenciano al castellano sin variación alguna, aunque su plural, que designa actualmente al conjunto de dicha fiesta, sí es diferente en ambos idiomas (Falles en valenciano y Fallas en castellano) por la manera de hacer el plural que tiene uno y otro.
Las fallas tal como hoy las conocemos no se apartan del significado original de la palabra, ni de los ritos religiosos relacionados con el fuego. Por más sofisticación que haya, todo acaba en fuego. Incluso la implementación que ha ido experimentando la fiesta y el sentido de las fallas, sigue manteniéndose en la original línea de “purgatorio», de limpieza de todo lo que hay que desechar del año anterior, antes de entrar de nuevo en la explosión de vida de la primavera. Y alrededor del fuego, un increíble esplendor festivo, la catarsis general de una sociedad que todos los años arde y renace de las cenizas de su celebración más famosa.
Las Fallas tienen siglos de historia, y la versión más conocida de su origen es, sin duda, la de una antigua costumbre de los carpinteros de Valencia en celebrar la víspera de su patrón, San José (19 de marzo). Según se cuenta, desde los inicios se quemaban trastos viejos a la puerta del taller y con el paso del tiempo, al añadir más trastos y por fin vestir al muñeco, o crear una escena, apareció el primer ninot (figura o muñeco fallero) y falla propiamente dicha.
Hay documentación sobre ellas del siglo XVIII, donde se nos cuenta que los valencianos de aquella época construían monumentos de forma artesanal con motivos burlescos y divertidos que luego quemaban. Alrededor de las Fallas florecen disciplinas artísticas tales como la música, la pirotecnia, la industria de la seda y la indumentaria, el teatro y la literatura… Por todo ello, las fallas fueron declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por parte de la Unesco, en noviembre de 2016.
Aunque la “Semana Fallera Oficial” tiene lugar del 12 al 19 de marzo, ya desde finales de febrero (con el acto de la “Cridà”, o llamada al mundo a participar en las fiestas que se avecinan) se abre la veda festiva y la ciudad de Valencia empieza a respirar ambiente fallero.
Desde el 1 de marzo, todo el mundo tiene una cita a las dos de la tarde en la plaza del Ayuntamiento de Valencia para ver la mascletà, la sinfonía del sonido y la pólvora. La mascletà es un espectáculo para los sentidos: se oyen los masclets, se ve el fuego y el humo y se huele la pólvora, pero sobre todo se siente la vibración que sube por las piernas y recorre todo el cuerpo.
Las Fallas, las fiestas del fuego, se mantienen desde hace siglos tan espectaculares, desmesuradas y barrocas como en su origen. La ciudad recibe a la primavera y a más de un millón de visitantes, que entre la música de las bandas y el estruendo de las mascletàs recorren los monumentos falleros, más de 700.
Y durante esos días también se puede disfrutar de las exposiciones del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) y del Museo de Bellas Artes San Pío V, visitar la Ciudad de las Artes y las Ciencias e incluso descubrir el alma marinera de la ciudad degustando una buena paella después de la mascletà.
La Exposición del Ninot, la plantà, los castillos de fuegos artificiales, la Ofrenda de flores a la Virgen o la Nit del Foc, son citas falleras imprescindibles, mientras recorres las calles degustando un delicioso chocolate acompañado de buñuelos de calabaza.
En la medianoche del 19 de marzo, entre el sonido de las tracas, la luz mágica de los fuegos artificiales, la música y el imprescindible olor de la pólvora, la ciudad se ve iluminada, un año más, por el serpenteante resplandor del fuego, al ser entregados a las llamas los monumentos en cada cruce de calles de Valencia. Y en ese justo instante, la sociedad renace, se renueva, se endereza, se sacude todo lo malo acaecido durante el año anterior… para empezar a pensar en las Fallas del año siguiente.
Así es que, la próxima vez que alguien os pregunte “qué sentido tiene quemar las fallas”, decidle: “Los tiene todos. Pero no te lo puedo explicar. Ven a Valencia y vívelas: son tuyas. Son Patrimonio de toda la Humanidad.”
En la web oficial de la Junta Central Fallera de Valencia podéis encontrar información de interés muy detallada, como horarios de actos, programas, recomendaciones:
#SomosGalileos #SomosFaller@s